PEQUEÑO CUENTO PARA LA CONCIENCIA
Pagamos 5 o 10 céntimos por una bolsa al finalizar la compra, porque nos dicen que al pagarlas estamos colaborando con el medio ambiente, pero luego la tiramos porque ya no sirve.
Así que vamos nuevamente a la tienda y compramos bolsas de colores, porque como diferenciamos los contenedores por colores, nuestras bolsas también deben serlo y consumimos múltiples bolsas, a juego con el contenedor de residuos al que van a ir destinadas, porque así tranquilizamos la conciencia...
Conceptos banales, absurdamente cargados de significado, como la separación por el color de las bolsas de basura, en vez de plantearnos su REDUCCIÓN. El mercado ofrece infinitas posibilidades para elegir el color, y hasta el perfume de las bolsas de basura que combine con nuestros gustos personales: negro, gris, amarillo, naranja, verde, azul, violeta…
Y cuantas más bolsas utilizamos, más adormecemos la conciencia.
Pero claro, no vamos a reducir el consumo, estamos en el Primer Mundo.